Cómo quisiera
tenerte día y noche,
besar tus labios
y acariciar tus manos,
fundir tu piel
sobre la mía
y derramar tu espíritu,
sobre mi corazón henchido.
Cómo quisiera dejar
esos prejuicios
de mujer madura
y enamorada
como adolescente.
Cómo quisiera darte
lo que jamás has obtenido,
ese amor sublime,
abnegado
y a la vez ardiente
con esa entrega que
se hace libremente
y ese deseo de transportarte
a las estrellas.
¡Oh amor! que
en tan mal momento llegas
por un camino sembrado
de espinas y cosas bellas
que al amanecer se cubre de rocío
y al anochecer estira sus espinas
punzando, al igual que el puerco
espín a su enemigo.
Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur.
Imagen: Edgar Reascos.