En la saurología se realizan garelos de levantamiento de energía para las personas que han muerto por alguna tragedia o suicidio.
La maestra Regina “11” explica que cuando esto sucede, las personas no saben que están muertas, permaneciendo en un limbo o purgatorio como lo llama la iglesia católica, por lo tanto es necesario levantar ese espíritu o energía.
El pasado sábado 28 de Enero de 2017 ella inició un tejido Saurológico al Municipio de Armero en el Departamento del Tolima.
Con asistencia de unas 500 personas aproximadamente provenientes de Medellín, Cali, Bucaramanga, Ibagué, Barranquilla, Panamá y por supuesto Bogotá; los asistentes pernoctaron en Melgar y muy temprano en la mañana partieron hacia la desaparecida población.
Durante el trayecto las nubes tomaron diferentes formas, entre ellas la figura de la Maestra con sus brazos extendidos. Posteriormente aparecieron dos arcoíris con rayos majestuosos engalanando el firmamento.
Al descender de los buses y llegar al sitio donde se haría el rito fuimos recibidos por un concierto de pequeños animales (aves, grillos, cigarras…) que nos daban la bienvenida desde las copas de los árboles y con sus voces nos llenaron de alegría y nos aliviaron la tristeza, pues a la entrada todos pudimos devolver el tiempo y recordar la magnitud de la tragedia al ver tantas cruces en el piso.
Fue un encuentro maravilloso con la naturaleza, después de 31 años, sobre las ruinas y el lodo crecieron arboles gigantescos y se pudo reafirmar las palabras de la Maestra: “La muerte dando vida”. Luego ella se dispuso a buscar el lugar exacto donde estaban concentrados los espiritus que ayudaríamos a salir.
Cada uno de los asistentes llevaba una botella de agua del rio Jordán y una sombrilla. Muchas personas que no tuvieron el privilegio de asistir, enviaron sus botellas.
La maestra tuvo que hacer varios ritos, pues no cabían en un solo círculo. En cada rito se pudo observar y sentir fenómenos diferentes; el sol estaba en todo su esplendor, el calor sofocante se manifestaba en cada uno de los asistentes pero de repente, unas gotas de lluvia cayeron sobre cada uno y se sintió un riego ligero y suave.
Durante cada rito, los animales entonaban sus cantos en agradecimiento a tan magna labor. Según nuestra maestra, al regar el agua, los espíritus fueron saliendo y ella pudo sentir una alegría indescriptible al observar dicho fenómeno.
En las nubes se iban proyectando muchas figuras y rostros no solo de personas, sino también de animales.
Al terminar, todos sentimos una alegría inmensa y un agradecimiento enorme por nuestra madre y maestra Regina, pues sin su ayuda no se hubiera podido iniciar ese tejido que aún no ha terminado. Hay miles y miles de seres esperando ser liberados.
De regreso a Bogotá, ella nos informó que fueron liberados 3.000 espiritus aproximadamente; dos espiritus por botella más los animales. Fue la labor más grandiosa en sus ochenta años, manifestó.
La silenciosa Armero espera con ansiedad a muchos tejedores que llevaran alegría y progreso dándole nuevamente una esperanza de vida.
Armero: antes y después de…
Algo de historia.
La aldea que formaría el municipio de Armero fue fundado en 1895 con el nombre de San Lorenzo.
El 29 de septiembre de 1908 fue erigido en distrito municipal, según decreto firmado por el presidente Rafael Reyes Prieto. En 1930, la Asamblea departamental del Tolima le cambió el nombre por el de Armero, en memoria del mártir de la Independencia José León Armero.
Antes de la tragedia, en Armero vivían 31 mil personas.
Armero Guayabal es la cabecera municipal del municipio de Armero en el departamento del Tolima en Colombia, situado a 352 msnm. Distante de la ciudad de Ibagué, capital del mismo departamento, a unos 95 km.
Tras la erupción del Nevado del Ruiz, que desencadenó la gran tragedia, la cabecera municipal pasó de Armero a Guayabal (que era un corregimiento).
El volcán reinició su actividad después de 138 años, en noviembre de 1984. Esta actividad se manifestó durante todo el año 1985, hasta que el 13 de noviembre se produjo la gran tragedia: quedó sepultado el 96% del casco urbano de Armero.
Los damnificados fueron ubicados en Lérida y Armero Guayabal, principalmente.
Donde quedaban sus casas, los sobrevivientes construyeron tumbas con todo tipo de epitafios, para honrar a sus muertos, reconstruyendo simbólicamente la ciudad. Esta zona ahora es llamada Camposanto.
El Papa Juan Pablo II visitó tal área, en 1986, y realizó un homenaje a los fallecidos en una cruz que aún se mantiene en pie.
Han pasado 30 años y Colombia aún recuerda una de las más grandes y dolorosas tragedias del país.
El miércoles 13 de noviembre de 1985 la avalancha del volcán Nevado del Ruiz sembró el terror en los habitantes de Armero, el fin del mundo llegó para una población que no fue evacuada a tiempo del lugar.
Científicos, escaladores y personajes de la vida política, desde 1.984 comenzaron a emitir alertas frente a una catástrofe que se veía venir y que muchos no quisieron escuchar.
La maestra Regina 11 anunció la tragedia años atrás. Envió comunicados a las entidades políticas, gubernamentales y medios de comunicación, pero nadie le hizo caso.
Ahora en el año 2017 más exactamente el 28 y 29 de Enero inició un Tejido Saurológico para ayudar a esos espíritus que aún están allí y que necesitan ser liberados del limbo en que se encuentran.
La Armero de hoy
La desaparecida población es un lugar desolado con una espesa vegetación donde crecieron arboles de gran tamaño; solo se observan las cruces y los epitafios que guardan los recuerdos de los seres cuyos sueños fueron sepultados por el volcán.
Nadie sabe a ciencia cierta a quién le pertenecen los predios de la antigua ciudad. El ganado y los cultivos han desplazado a las tumbas levantadas en honor a los muertos.
Treinta años después del desastre no existe ningún documento oficial que acredite a quién pertenecen las tierras del casco urbano de Armero, que se extendían por 380 kilómetros cuadrados.
En un principio, los sobrevivientes intentaron delimitar sus terrenos, convertidos en plantaciones de arroz y en potreros para el ganado. Muchas tumbas fueron destruidas y arrumadas, y los predios, cercados. Algunos oportunistas compraron tierras por pocos pesos para después venderlas por mucho más. Y casi nadie reclamó, porque hacerlo implicaba abogados, y estos, dinero.
Hace apenas un año, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac), para cumplir una ley de 2013, reconstruyó los planos del área urbana. Lo hizo con fotografías aéreas y datos recogidos en 1983. “Como si fuera un tema premonitorio se había hecho un plano a una escala detallada. Sin esto habría sido imposible identificar el terreno actual”, dice Juan Antonio Nieto, director del Igac. Y lo que sigue es aún más difícil: determinar quiénes son los propietarios.