Hombre de cuello entiesao
y mujer de tacos muy altos
con caras almidonadas
que a los banquetes asisten
con sus risas disfrazadas
comiendo el pan que le sembra
el campesino marginao
aquí tenés mi cansancio
envuelto en promesas desviadas
con una ruana ensuciada
pa’ entregarle el alimento,
vengo a implorarle piedad
su mercecita querida,
vengo a decirle mi amo
que la tierra lo puede.
Pero el hombre es siempre débil
mis pies no resisten mucho
mis manos están pasmadas
y su mercecita querida
sólo ríe y se desvía
creyendo que soy esclavo
creyendo que la yuquita
le cae a usted cocinada.
Su risa se vuelve llanto
cuando voltiando la esquina
encuentre quel campesino
ha abandonao la tierra
quel licor y el sexo duelen
cuando el esclavo se acaba.
Sus hijos verán pasmados
que la esmeralda no llena
tampoco el oro y brillante
ni la abundancia en moneda.
Sólo puede dar la vida
la madre naturaleza;
así mi querido amo
que no olvide la promesa
porque el mundo da la vuelta
y en el voltiar de la esquina
puede quedar su fortuna
como bola en la ruleta.