Cuando el año agoniza
y el tiempo se escurre
suavemente,
todos aman y abrazan a su
gente.
Todos quieren celebrar
y de sus ojos la lluvia ven brotar.
Todos sueñan viendo el nuevo
hijo
con alas volando y a las
estrellas, se ven remontando.
Su imaginación vibra con
esperanzas de buena voluntad
y deseos de progresar.
Cada ser como una flor abre el
corazón
penetrando en las
profundidades de su yo.
El ardor de su pasado lo vuelve
humilde
cual hierba saliendo en el
desierto.
Es profundo saber qué lleva el
año …
Es igual que un ser en su
descanso y es tan fuerte,
que la luz del sol se opacaría.
Es volcán en erupción su
sabiduría.
Es la mente de toda la tierra
que muere para dar cabida
a una nueva figura 1998.
Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur.
Imagen: Edgar Reascos.